Un diálogo vigente con Victorio Paulón

La Cátedra Historia del Movimiento Obrero Nacional e Internacional comparte con estudiantes, docentes y comunidad académica la transcripción de una charla realizada en 2014 con Victorio Paulón, referente histórico de la Unión Obrera Metalúrgica y destacado miembro de la Central de los Trabajadores Argentinos, luchador incansable en la defensa de las conquistas obreras durante la última dictadura militar y el posterior período democrático.

En octubre de 2014, Victorio Paulón dialogó con los estudiantes de Historia del Movimiento Obrero durante una clase abierta. Luego de la introducción brindada por el profesor Daniel Giorgetti, a cargo de la Cátedra, Paulón abordó las circunstancias que vivió en el recordado “Villazo” , el contexto histórico de aquellas luchas obreras en Villa Constitución y finalmente ofreció su mirada respecto de las organización gremial durante las décadas posteriores.

A continuación, las palabras de Paulón en aquel encuentro:

Quiero tratar de transmitir una experiencia, que fue lo que yo he vivido, y una visión sobre aquel periodo de finales de la década del 60 (al 70) y comienzos de la dictadura militar. Tratando de entender que fue lo que determinó que el movimiento obrero en la Argentina sufriera una represión de las características que se vivieron. Si tomamos en cuenta el número que se baraja de 30 mil desaparecidos, más del 50 por ciento está vinculado al movimiento sindical. Eran activistas, delegados, dirigentes locales, algún dirigente nacional como fue el caso de Smith, el secretario general de Luz y Fuerza, quien fue secuestrado y desaparecido en el momento que había un gran conflicto por la privatización de la empresa estatal de energía.

Se puede agregar a eso los relatos de los propios represores que, en los múltiples juicios se han llevado adelante, fundamentalmente en estos últimos tiempos, donde uno de ellos decía en el juicio de la causa FECED, que es la causa más importante del segundo cuerpo en Rosario, que la protección de las plantas de la industria pesada del cordón industrial que va desde San Nicolás hasta a Puerto San Lorenzo eran el objetivo estratégico de las fuerzas armadas de ese momento. Dicho de otra manera la represión a los dirigentes y representantes sindicales de esa fábrica que era de especial interés para ellos y de hecho lo han podido constatar en la cantidad de compañeros que pasaron por las cárceles, que fueron despedidos, secuestrados, asesinados. Viendo eso uno trata de entender por qué tanta bronca, por qué ocurrieron todas estas cosas… y se va a dar cuenta de un momento donde el movimiento obrero era un protagonista fundamental en la lucha de la resistencia contra la sucesiva dictadura militar. Ustedes ya lo han estado conversando, pero lo que significó el primer peronismo, lo que significó la formación de esa nueva clase obrera que trajo aparejado aquel gran desarrollo industrial por sustitución de importaciones después de la segunda guerra mundial y la incorporación fundamentalmente de jóvenes campesinos del interior en las grandes industrias de los grandes conglomerados urbanos como Rosario, Buenos Aires, Córdoba. Esa nueva clase obrera jugó un papel fundamental en lo que fue la resistencia desde 1955 hasta el retorno de Perón en 1973. Y a pesar de los sucesivos intentos de parte de la clase dominante de normalizar el país excluyendo la identidad mayoritaria, no solo de los trabajadores, sino de la mayoría del pueblo argentino que era el peronismo, prohibiéndolo, proscribiéndolo, prohibiendo hasta nombrarlo… en esa época estaban prohibidas las palabras Perón, Evita, peronismo.

A pesar de todos esos intentos y de la alternancia entre previo dictadura militar en 1955 con gobiernos civiles más previos todavía como fue la experiencia de Frondizi, como fue la experiencia de Illia hasta llegar a un intento ya de estabilización con el golpe de 1966 donde en un esquema copiado del modelo franquista  español se trata de establecer un país organizado en base a grandes corporaciones y de hecho se hablaba de una permanencia de esta dictadura militar de por lo menos 15 años en el gobierno.

Había un primer momento que iba a ser un momento económico, después venia un momento social y finalmente un tiempo político donde iban a haber elecciones. Empiezan a aplicarse los primeros intentos de lo que fueron después las políticas neoliberales con el Ministro de Economía Krieger Vasena que va por el cierre de la mitad de los ingenios azucareros en Tucumán y esto genera una gran resistencia, una gran movilización. Yo recuerdo que mi memoria sindical empieza en ese periodo, yo vivía en un pueblo del norte de la provincia de Santa Fe y había ido con un grupo de amigos a conocer Tucumán y presencié el desfile de Onganía, un mes y algo después del golpe, en Tucumán y la gente estaba en la calle enloquecida, con banderas argentinas y un año después Tucumán ardía. Esto se fue agravando y tres años después se producen esas insurrecciones populares que fueron el Cordobazo, el Rosariazo, el Mendozazo, es decir, una irrupción de la movilización popular en las calles que prácticamente determinó el final de la dictadura militar con una transición de algo más de un año. Ahí se ve claramente como el sujeto principal de la resistencia era el movimiento obrero.

Si uno mira la documentación de la época, los programas históricos más elevados, más avanzados del movimiento obrero se dieron en esa etapa, el programa de Huerta Grande, de La Falda, la proclama del 1º de mayo de la CGT de los Argentinos, no hablaban solamente de cuestiones reivindicativas, hablaban de verdaderos programas de gobierno, hablaban de nacionalización de la banca, de comercio exterior, es decir, sobre cada área del Estado y de la economía el movimiento obrero tenía una propuesta. Hasta en ese momento de mayor ataque del movimiento obrero se genera la más grande resistencia pero también se genera ese hecho casi excepcional en la historia de la Argentina que fue la unidad del movimiento obrero con el movimiento estudiantil y la aparición de los grandes intelectuales orgánicos del movimiento obrero. Recomiendo si algún día pueden ver los diarios de la CGT de los Argentinos que dirigía Rodolfo Walsh. Si bien los periodistas, algunos de ellos sobreviven como Horacio Verbitsky, varios de ellos, que hoy ya son figuras reconocidas, empezaron sus primeras armas en ese diario.

Eso da cuenta de un proceso donde, para la clase dominante, el sindicalismo en la Argentina es un verdadero problema. A pesar de que tenían cooptado un sector, tal vez desde el punto de vista de los grandes aparatos sindicales, los sindicatos más ligados a la industria, como el caso de la UOM o de SMATA, sus dirigentes oscilaban entre el colaboracionismo y el participacionismo, a pesar de eso se nuclea en la CGT de los Argentinos todo lo que fue la expresión de la resistencia de los sectores que sucesivamente iban siendo atacados por las políticas económicas. Si uno ve también la magnitud de las cuestiones que estaban en juego, el Cordobazo surge por la aplicación del sábado inglés, que era una conquista que la dictadura pretendía sacarles a los trabajadores y claro, eso genera un malestar muy pronunciado de un movimiento estudiantil muy politizado, de un bloqueo casi total a la existencia de partidos políticos, la intervención a la universidad, la noche de los bastones largos, la prohibición de los funcionamientos de los centros de estudiantes, es decir, estaba todo prohibido.

Y eso va actuando como una olla de presión y va generando esa especie de frente antidictatorial del cual, en mi concepción, el movimiento obrero es el factor determinante, y que evidentemente sumado a eso toda la lucha por el retorno de Perón porque en la memoria colectiva el primer gobierno de Perón era el equivalente a lo que podemos llamar el Estado de Bienestar, todas las viejas conquistas de los viejos socialistas que tenían los proyectos, fundamentales proyectos que plasmaban los derechos individuales y colectivos de los trabajadores, que se habían elaborado de Alfredo Palacios en adelante  y que  estaban durmiendo en el Congreso de la Nación, fueron tomados por el peronismo y desarrollados en esa etapa generando un modelo sindical que se conoció en mucho países del mundo que se llama el modelo de correa de transmisión.

El sindicato es la correa de transmisión entre las políticas del Estado y las políticas del Estado que beneficiaban a los trabajadores, y en esa intermediación se supera lo que fue el viejo sindicalismo anterior, los socialistas, los anarquistas, los sindicalistas de principios de siglo, que sólo podían resistir y luchas por obtener algún grado de legalidad y de existencia. Como en ese periodo se plasma este nuevo modelo sindical y como aquellos trabajadores que le debían mayoritariamente al peronismo también tenían en su memoria el retorno de Perón como la vuelta a aquella etapa del gobierno del ’45 al ’55.

En el medio está todo este proceso de la resistencia de Onganía donde también muchas ideas de la izquierda empiezan a calar en sindicatos locales muy combativos, en sindicatos que fundamentalmente se habían formado en el segundo proceso de sustitución de importaciones a partir del gobierno de Frondizi. Con la instalación de grandes industrias automotrices en Córdoba donde los trabajadores eran sometidos a jornadas de trabajo muy extenuantes, a un ritmo de trabajo realmente difícil de soportar, y eso había generado un clima que se traduce en organizaciones sindicales fuertes a nivel local, prácticamente, a diferencia de lo que había pasado en otra etapa del peronismo, un sindicato por fábrica, en cada fábrica había un sindicato. Todos los que después protagonizan la etapa del Cordobazo son organizaciones de estas características y no eran dirigentes clásicos del peronismo y de la resistencia, eran una generación que se los conoce, se los identifica, como el sindicalismo clasista y combativo, es decir, un sindicalismo que si bien era orgánico de las estructuras del movimiento obrero, le da un contenido distinto. En ese sentido, quiero recordar aquel famoso debate de Tosco y Rucci donde Rucci permanentemente trata de ponerlo a Tosco fuera de la orgánica del movimiento obrero y Tosco reivindicando su carácter de Secretario General electo de la CGT de Córdoba.

Esto no es un detalle menor, porque había un sindicalismo colaboracionista y participativo, de lo que da cuenta la CGT de los Argentinos, que en cada núcleo dejaban a un dirigente sindical de los burócratas, donde daban cuenta de sus negocios, de su enriquecimiento, de su traición a sus propias bases. Si uno mira el contenido de la denuncia es gracioso al lado de lo que es hoy un dirigente del sindicalismo empresario, si se los acusaba de que tenían caballos de carrera, que salían de putas, que tenían un Torino 0 km., y hoy uno lo compara con dirigentes sindicales que son dueños de empresas, y ya no por izquierda, sino que son empresas que rinden balances como cualquier otra, que tienen más capital que un pequeño-mediano empresario, se ve como esa tendencia sindical también se fue desarrollando en el tiempo.

Esa especie de bronca era las grandes banderas del retorno de Perón, de la vuelta a la democracia, etc. Permanece en el retorno de la democracia del año ‘73 la vuelta de Perón, porque en ese momento se ordena la unidad del movimiento obrero. El viejo sindicalismo resistente nunca tuvo entre sus planes generar un nuevo modelo sindical, generar otra central, era la pelea dentro de las estructuras del sindicalismo. Ese mismo proceso hace que entre el año ’73 y el ’74 la vieja burocracia sindical ocupa todos los lugares de poder dentro de la estructura del sindicato y se agudizan las peleas en el seno de los sindicatos por democratizar esas estructuras.

Esta es la historia que me tocó a mí, esta es la historia de Villa Constitución, ahí cuando vuelve la democracia la UOM decide normalizar y llama a elecciones para el mes de marzo del año ’74 de las 54 seccionales aproximadamente que habían en todo el país. Se convocan a elecciones en todas las seccionales salvo la de Villa Constitución porque no estaban dadas las condiciones. Que no estuvieran dadas las condiciones significaba que había surgido en ACINDAR, que era la principal empresa radicada en Villa Constitución, una comisión interna combativa, de oposición. El día que ganaron la interna de delegados los siete compañeros que fueron elegidos, el interventor (fue una seccional que estuvo casi siempre intervenida) llama y dice “eligieron 7 zurdos en la comisión interna de ACINDAR”, ese fue el caballo de guerra.

En ese contexto se explica toda esa política que hubo en aquella etapa, tendiente a eliminar de las estructuras sindicales todo lo que significaba el sindicalismo clasista y combativo, que había sido protagonista de la resistencia y de la caída de la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse.

Como consecuencia de la expulsión de los compañeros hay una toma de fábrica, ya la represión se empezaba a hacer sentir. Toman la fábrica y toman a todo el personal jerárquico de rehén. Después de cinco o seis días de un tira y afloje, de amenazas ya empezaba la triple A, amenazan en los domicilios de los compañeros, amenazan a través de la radio de San Nicolás, se llega a una negociación y en 180 días la UOM va a normalizar la seccional de Villa Constitución.

Ese periodo se halla en un clima de un enfrentamiento muy fuerte, fundamentalmente de secuestros y de asesinatos por parte de la triple A. El día 1º de agosto del ’74 es asesinado Rodolfo Ortega Peña, Diputado Nacional, quien era el apoderado de la lista marrón de Villa Constitución y esa misma noche una bomba vuela el local donde funcionaba la agrupación de la lista marrón, que era un local de la FORA de los viejos anarquistas que se habían desarrollado mucho en Villa Constitución en la década del ’30 por la existencia del puerto, la actividad portuaria, etc. Después prácticamente habían quedado sin afiliados y le prestan el local a los compañeros. En ese clima se llegan a las elecciones que se organizan en noviembre del ’74 y gana la lista marrón por el 67 por ciento de los votos.

Hasta noviembre del ’74, mientras pasaba esto en Villa Constitución, fue intervenido Luz y Fuerza de Córdoba, con muchos en la clandestinidad, y la mitad de la comisión directiva presos, el SMATA de Córdoba con Salamanca en la clandestinidad y la mayoría de los compañeros de la comisión directiva presos, la Federación Gráfica Bonaerense con Raimundo Ongaro preso, su hijo secuestrado, su hijo mayor que le tocaba hacer el servicio militar, había ido a una revisación médica y cuando sale lo secuestran y lo asesinan. Los últimos compañeros que quedaban eran de Villa Constitución, que venía de un proceso de elecciones, y el famoso Ingenio Ledesma, el de la noche del apagón, tenía compañeros de vanguardia comunista, que es intervenido el mismo día que Villa Constitución. Todo lo que pasa en ese periodo es ese avance sobre el sindicalismo resistente a la dictadura anterior.

El corte del ’76 y la represión está destinada fundamentalmente a este sector del sindicalismo, lo que no había sido eliminado en el último periodo del gobierno de Isabel Perón después de la muerte de Perón, Isabel y López Rega, todo lo que no había sido intervenido, los que no estaban presos, los que no estaban prófugos, de eso da cuenta la represión del ejército, de las fuerzas armadas. Hay una continuidad, una profundización de este proyecto restaurador que venía a terminar definitivamente con ese gran obstáculo que ellos consideraban que con el cual era imposible desarrollar la Argentina.

Durante toda esta etapa de conflicto, los empresarios asumen una actitud muy particular, con ACINDAR a la cabeza. Dejan desarrollarse los conflictos, no hacen absolutamente nada para evitar las huelgas, para evitar los problemas y empiezan a generar el clima de ingobernabilidad del gobierno de Isabel Perón a tal punto que por única vez en la historia, en el mes de febrero del ‘76 las cámaras empresarias, hegemonizadas por el Consejo Empresario Argentino, que nucleaba a los grandes grupos económicos, a las grandes empresas, y que tenían después el apoyo de lo que se llamaban las Asambleas Permanentes de Entidades Gremiales Empresarias, declaran una huelga empresaria en contra del gobierno de Isabel Perón un mes antes del golpe de Estado.

Esto es interesante tenerlo en cuenta porque hoy está muy en boga el famoso tema de la responsabilidad empresaria y en realidad no fue una complicidad, fue protagonismo. No es casualidad que de la presidencia del directorio de ACINDAR, José Alfredo Martínez de Hoz vaya a Ministro de Economía de la dictadura militar, y no era cualquier ministro, era el súper Ministro de Economía, era la pata civil de la dictadura militar. En el año ’75 ACINDAR pide un crédito para instalar la acería propia. ACINDAR se había desarrollado elaborando la palanquilla, el producto que sale de las acerías, que fabricaba SOMISA, entonces tenía la palanquilla, la procesaba y sacaba los distintos productos, todo lo que es no plano que era la especialidad de ACINDAR, entonces tenía la idea de desarrollar su propia acería, querían hacer una más moderna. Ese proyecto que era de alrededor de 800 millones de dólares de la época lo gestionan presidentes del directorio de ACINDAR y lo otorgan en el año ’76, como Ministro de Economía de la dictadura militar. Ese famoso crédito de ACINDAR en el año ’81 u ’82, siendo presidente del Banco Central Domingo Felipe Cavallo, con la política del seguro de cambio, lo termina pagando el Estado. Ahí cierra el circuito de la complicidad económica. Creo que es algo más que un olfato empresario para hacer política en determinadas circunstancias, es un protagonismo directo.

Por otro lado, ACINDAR y Techint eran los dos grupos privados más importantes que había en ese momento pero existían alrededor de 30, 35 firmas siderúrgicas en Argentina. Al final de la dictadura militar quedaba ACINDAR, Techint, había un grupo que era de la Cantábrica que estaba ya prácticamente quebrando, fue el famoso caso que llevaron a un grupo de obreros en avión a ver al Papa a ver si podía salvar la empresa en el año ’82. Así se consolida prácticamente un duopolio, Techint en la parte de tubos con costura y tubos sin costura, Acindar en los plano y no plano, y Somisa en lo metal, en el desarrollo de lo plano. Con la privatización del ’91 Techint se apropia de Somisa y prácticamente queda dibujado el mundo siderúrgico en la Argentina.

Todas las empresas que fueron absorbidas, mayoritariamente por Acindar y la otra parte por Techint, también fueron producto de las políticas que se aplicaron desde el gobierno del Ministerio de Economía, las políticas de créditos, las políticas de precios y las empresas que quebraron quedaron en manos de esto. Y en algunos casos con ayudas extras, como fue el caso de Siderúrgica Grassi en Rosario donde secuestran a los dueños de la empresa y en la mesa de tortura de los campos de concentración le arrancan los contratos de exportaciones y finalmente esa empresa pasa a integrar el grupo Acindar. Esta práctica, donde lo más conocido era lo de papel prensa, cuando la comisión nacional de valores desarrolla la investigación de la declaración de los derechos humanos, determina que hay más de 600 casos de apropiaciones de propiedades de pequeñas y medianas empresas mediante el sistema del secuestro y la tortura. El presidente de la comisión nacional de valores está preso, procesado, por haber estado presente en los campos de concentración en el traspaso de acciones de una empresa hacia la otra. Se trata de un mecanismo sofisticado que explica cuál era el plan económico de Martínez de Hoz el 2 de abril de 1976, acompañado por una política de represión que pretendía terminar definitivamente con ese gran problema que era la presencia de un sindicalismo organizado como el que tenía la Argentina. En el periodo del ’73 al ’76 Argentina era, prácticamente, un país de pleno empleo. Cuando Perón asume en el ’73 en la Argentina había alrededor de 600 mil desocupados, aproximadamente 2 por ciento. La política de Perón en el primer plan trienal apuntaba a reducir la desocupación en un 50 por ciento. Técnicamente era un país de pleno empleo.

Con las políticas de los primeros años de la dictadura los resultados inmediatos fueron una pérdida del 40 por ciento del salario real, una desocupación que trepó hasta cerca del 10 por ciento y se mantuvo durante todo el periodo de la dictadura militar y que luego se profundiza en la década del ’90, que desde el punto d vista económico es la continuidad de muchas de las cosas que la dictadura no había logrado terminar, como la política de las privatizaciones.

En ese contexto lo que sucede entre el ’74 y el ’75 es una enorme lucha de resistencia del movimiento obrero por profundizar aquella democracia instaurada en el ’73 y por resistir los primeros pasos del plan neoliberal que empieza con Celestino Rodrigo, a mediados del ’75, cuando le ponen un límite a las paritarias. En aquel momento que pretendían que se firmara por un 35 por ciento, hay una gran movilización no ya convocada desde las direcciones sindicales, sino gestada en las coordinadoras regionales que funcionaban en aquel momento, en defensa de las paritarias. Termina firmando la UOM en un 135 por ciento. Ahí se desencadena un proceso inflacionario que va a terminar con alguno de estos episodios en el golpe del 24 de marzo del ’76.

Primero la lucha de la resistencia y después, a partir de julio del ’75, es la gran ofensiva sobre el movimiento obrero y la profundización de la represión. En el caso de Villa Constitución pudimos recuperar el sindicato en noviembre del ’74 y el 20 de marzo del ’75 es intervenido con una dimensión que hasta ese momento no se había visto. No existía la autopista, estaba la ruta vieja, la caravana que salió de Buenos Aires para ocupar militarmente la ciudad de Villa Constitución, que en esa época tenía 28 mil habitantes, era una caravana que medía un kilómetro y medio de largo donde habían patrulleros, carros de asaltos, autos de civil, la federal, prefectura, gendarmería, todas las organizaciones de derecha del peronismo, la juventud sindical, todo se hizo presente y esa noche se llevaron alrededor de 130 compañeros detenidos y, además, intervienen el sindicato. Intervienen con el mismo abogado que había intervenido los sindicatos en Córdoba y la Federación Gráfica Bonaerense llamado Simón de Iriondo, un especialista en vaciamiento de cajas sindicales.

Ahí se produce una huelga de brazos caídos, prácticamente todos los compañeros de la comisión directiva estaban presos, los de las comisiones internas estaban también detenidos y se establece un estado de asamblea en la fábrica para elegir un comité de lucha, con dos representantes por cada fábrica. Se establece la huelga general por tiempo indeterminado, una huelga muy atípica que no tenía ninguna reivindicación económica, la misma era por la libertad de los compañeros y la devolución del sindicato, eso era todo lo que se pedía. Esa huelga duró 60 días y mantuvo paralizado todo el cordón industrial de la zona de Villa Constitución, prácticamente desabastecida la industria siderúrgica, la industria de la construcción. Fui parte de ese comité de lucha durante 40 días, después fui detenido, la lucha siguió, la huelga siguió y no hubo ninguna instancia posible de negociación. A los 60 días, ya desgastado el conflicto, la huelga se levanta y empieza la represión.

En esa ciudad de 28 mil habitantes, alrededor de 400 trabajadores metalúrgicos pasaron por la cárcel, más de mil despedidos, delegados y activistas reconocidos tuvieron que irse de la ciudad. Hubo casos de secuestros múltiples, 3 casos de compañeros, una abogada y dos delegados, que fueron secuestrados y asesinados, a los dos meses 3 compañeros más. Es un periodo, hasta el golpe del ’76, donde reinó el terror y sin embargo, la gente seguía resistiendo, seguían juntando cosas para los presos, haciendo solidaridad. No encontraban la forma de parar esa gran movilización que se había gestado alrededor de la lucha antiburocrática y el derecho a elegir representantes en un sindicato local.

Nosotros siempre decimos que Villa Constitución y Tucumán fueron el lugar de experimento de lo que después se generalizó en todo el país. Esto es lo que pasó en las grandes fábricas después del 24 de marzo del ’76.

A pesar de todo eso, la Dictadura Militar no logró su objetivo de terminar con el movimiento obrero en la Argentina, de terminar con el sindicalismo como práctica de los trabajadores, de organizarse para reivindicar sus derechos.

Muchas de estas cosas, nosotros, en el momento que vivíamos, no las entendíamos. Las entendemos ahora a partir de mirar la historia para atrás, a partir de participar en los juicios, de ser testigos por el destino de nuestros compañeros y de escuchar de la boca de los propios represores el entramado que significó aquel plan de exterminio, de terminar con esta experiencia histórica que tiene la clase obrera en la Argentina. A pesar de eso, nuestro sindicalismo sigue siendo el de más alta tasa de sindicalización en América Latina, nuestro sindicalismo estuvo presente desde la recuperación de la democracia, en todos los gobiernos, son sus pro y con sus contra. El sindicalismo que se unificó detrás de Saúl Ubaldini durante el gobierno de los radicales que llevó adelante los 13 paros generales, el que luego es intervenido por Menem para poder hacer pasar las políticas regresivas, desde el punto de vista de los derechos individuales y colectivos, como fue lo que sucedió en la década del ’90, un sindicalismo que fue cooptado en sus grandes figuras y aparece este nuevo fenómeno del sindicalismo empresario, de estos que hoy nos muestran por televisión cuando quieren descalificar al sindicalismo.

Un sindicalismo que siguió resistiendo, siguió incursionando en nuevas experiencias para darle representación a los trabajadores que ya no era que caían en la desocupación sino que iban a la exclusión social, esto que sucedió entre 1990 y 1993 donde pasamos de una desocupación bastante parecida a la que tenemos hoy al 20 o 22 por ciento que tuvimos durante toda la década del ’90 y que termina estallando en el 2001 con una crisis terminal en nuestro país. Ese sindicalismo que después recupera el protagonismo con las políticas de crecimiento de esta última década, con la política de reindustrialización.

Para que ustedes tengan una idea, todo esto que les estoy contando, de nuestra pelea con Lorenzo Miguel, era en el conflicto con la UOM de 575.000 afiliados en todo el país, esa misma UOM a la que en el 2001 le quedaban 65.000 y hoy tiene alrededor de 300.000. Es decir, poco más de la mitad de lo que fue, pero 5 veces más de lo que tuvimos en el 2001, y esta es más o menos la característica de todos los medios industriales. De un período en que hemos tenido prácticamente 11 negociaciones colectivas consecutivas. Esto, si lo tenemos que medir en el tiempo, creo que ya debemos haber superado el primer gobierno de Perón. Un sindicalismo que crece y que da cuenta hoy, de nuevo, de una nueva clase obrera: los 5 millones de nuevos puestos de trabajo de este período, son jóvenes de menos de 40 años (30/35 años) que constituyen una cualidad de trabajadores diferentes, a los cuales el viejo relato que se transmitía de generación en generación, del movimiento obrero, de las prácticas sindicales, de ser delegados, de la actitud ante la patronal, etc., eso tiene una fractura en la década del ’90 y hoy una nueva clase obrera evidentemente protagonista que muchas cosas uno, ya en su calidad de viejo, se ve reflejado en los errores de la juventud que cometimos, pero que está viva, que actúa, y al mismo tiempo un sindicalismo balcanizado por las superestructuras. Hoy, prácticamente tenemos cinco expresiones sindicales diferentes, tres en la CGT y dos en la CTA.

Es decir, un sindicalismo que no ha logrado sintetizar en una polémica, en un debate, realmente un programa que vuelva a integrar al movimiento obrero. No obstante eso, es un sindicalismo protagonista. Entonces, cuando uno mira de esta realidad al período en dictadura militar donde prácticamente no existió, a tal extremo llegaron los militares que en un momento dado, mandaron a los sindicatos a reafiliar a los trabajadores y la afiliación fue masiva en aquellas circunstancias. Evidentemente, es un fenómeno de profunda raigambre cultural. Hoy uno puede decir sin temor, que el trabajador argentino sabe que la solución a sus problemas y la reivindicación de su derechos está en el sindicato, independientemente del dirigente que le toque en suerte o en desgracia. Pero sabe que también es posible apropiarse colectivamente de esa herramienta y enfrentar a la patronal.

Yo creo que el sindicalismo argentino es el reflejo también del salvajismo de las clases dominantes. Eso ha generado, a lo largo de la historia y con lo que hemos vivido en nuestro país, un sindicalismo muy fuerte en la resistencia y tal vez más frágil y más precario en las etapas de construcción política. De esto vino a dar cuenta la Dictadura Militar, de este conflicto y de este enfrentamiento entre dos modelos sindicales que, uno evidentemente comprometido con la recuperación de la democracia (en aquel momento), con las reivindicaciones de los trabajadores, y otro, propenso, como fue a lo largo de la historia, a negociar con el poder de turno. La Ley de Obras Sociales que Onganía le dio a Augusto Timoteo Vandor fue el pago de la presencia de Vandor, que era la figura más importante del sindicalismo en aquel momento, en la función de gala del Teatro Colón, la noche que Onganía asumió como Presidente de la República.

De estas cuestiones, de estas crónicas, estamos hablando cuando tratamos de describir ese clima previo, esas peleas previas que había en el sindicalismo en aquel momento. Para ir redondeando, quisiera decir que yo tengo como actividad principal en la vida la militancia en el movimiento obrero. Fui detenido el 1° de Mayo de 1975 en el momento en que estábamos organizando un locro por barrio, donde vivían los compañeros que estaban en huelga, para realizar una marcha hacia Plaza de Mayo, para ir a reclamarle una solución al conflicto a Isabel Perón. Caí preso ahí y salí el 21 de agosto de 1981. Me fui a Francia porque mi mujer y mis dos hijos estaban allá, en el año 1984 volví cuando los compañeros metalúrgicos del Barrio Villa Constitución habían recuperado el sindicato.

A pesar de haber sido uno de los lugares donde la represión fue más fuerte, el 6 de diciembre de 1982, en el marco de una huelga general convocada por la CGT, la intervención del sindicato manda a los compañeros a trabajar y a las 6 de la mañana no pasa nada, la policía se relaja en el cambio de turno de las 2 de la tarde va Alberto Piccinini junto con dos compañeros más, paran el primer colectivo, suben y les dicen a los compañeros: “¿cómo es posible que estemos carnereando una huelga”?.

Imagínense que en siete años, quedaban viejos compañeros que habían protagonizado aquellas luchas, pero había muchos jóvenes que no lo conocían o que conocían los relatos que se comentaban en voz baja en los comedores (porque también la persecución en los lugares de trabajo era muy fuerte). Entonces, cuentan que los compañeros que salían del turno mañana estaban en el vestuario, y cuando comenzaron a escuchar “ahí está el Pichi, ahí está el Pichi” había una asamblea y los viejos lloraban. Y los jóvenes querían conocer a los que habían sido protagonistas, es decir, ese día se recuperó el sindicato (a pesar de que después hubo un proceso electoral y demás).

Es decir, cuando uno mira estos fenómenos, el ensañamiento (nosotros tenemos más de treinta compañeros muertos, más de mil despedidos, más de trescientos que pasaron por la cárcel), sin embargo, el colectivo de trabajadores en el momento en que tuvo la oportunidad, recupera el sindicato y esto habla de una construcción colectiva. Esto habla de un fenómeno que evidentemente a Acindar le quedó picando la cuestión. También es un tema para hablar en otra charla porque en el año 1991 cuando empieza la gran reconversión de las industrias privadas de Argentina, tenemos un conflicto que duró seis meses, cuando intentaron nuevamente quebrarnos y salimos con la organización fortalecida y a partir de ese momento se da el gran cambio de la política de recursos humanos de Acindar. A partir de ese momento, entiende que tiene que negociar con los sindicatos, con las comisiones internas y, prácticamente, no hemos tenido más ningún conflicto de gran importancia. Eso quiere decir que en la política de recursos humanos que hubo en las grandes empresas, uno puede ir viendo las grandes orientaciones políticas que hubo en el país.

Hoy, en Argentina, más allá de algunos casos, donde todavía intentan el descabezamiento de la cuestión, estas prácticas tan brutales y tan salvajes como las que hubo en aquel momento, yo creo que no se van a volver a vivir.

Respuestas a preguntas:

– Teniendo en cuenta toda la experiencia que tuvo usted en el movimiento obrero más combativo, y viendo la cúpula sindical que existe hoy en día teniendo en cuenta las burocracias, ¿qué es lo que usted ve con respecto a las bases y cuál es el papel que tendrían que jugar?

Creo que hay un par de componentes, por suerte la madre naturaleza se los lleva. Yo fui testigo en la causa Mariano Ferreyra. Fui en orden del CELS para hablar del sindicalismo empresario. A Mariano Ferreyra lo asesina la patota de Pedraza porque afectaba un negocio que tenía él con los tercerizados.

Creo que es parte de una lucha, de un proceso. Para ayudar a esos compañeros que están luchando, se debería abrir un debate donde se puedan apropiar de toda la experiencia histórica. Nosotros durante el Proceso hemos cometido un montón de errores, hemos subestimado al enemigo. Lo que les conté de Acindar no lo veíamos ni cuadrado. Nosotros veíamos un conflicto gremial y que había que ponerse duro y no teníamos conciencia de lo que estábamos enfrentando. Me parece que la tarea de capacitar a esa nueva dirigencia sindical que se está gestando, que se está formando (yo conozco cantidades de casos de pibes que son delegados, son comisiones internas, no todos son partidarios, algunos lo son, otros simplemente son compañeros que luchan por sus condiciones de trabajo, por sus salarios) es la ayuda es lograr transmitir la experiencia que les sirva a ellos, para hacer las cosas mejor de lo que lo hicimos nosotros. Yo tengo una gran esperanza en ese sentido. Soy absolutamente optimista con respecto al futuro del movimiento obrero en Argentina.

Yo creo que a pesar de la crisis superestructural, a pesar del grado de confusión, y abro paréntesis: que es bastante general en toda América Latina, porque si uno ve lo que le paso a Chávez con el sindicalismo en Venezuela, lo que uno ve que le sucedió con el sindicalismo a Correa en Ecuador, si uno ve la historia de la COB en Bolivia, recién ahora luego de más de diez años del gobierno de Evo se dieron cuenta de que la cuestión pasa por apoyar ese gobierno y dentro de eso lograr su propia reivindicación. En general, el sindicalismo en esta década ha estado por detrás de las políticas de los gobiernos pos neoliberales. Clarifiquémoslo así, lo que vino después de la década neoliberal, en América Latina en general, el sindicalismo tuvo grandes dificultades para interpretarlo.

Yo creo que si en Argentina seguimos teniendo otros treinta años de democracia y seguimos teniendo un proceso de desarrollo industrial que permita volver a una sociedad de pleno empleo, yo creo que va a ser por la vía de un sindicalismo fuerte y representativo.

– Respecto a la época de militancia más activa, ¿cómo era la convivencia entre las bases, los delegados, las comisiones internas más combativas, más pertenecientes a la resistencia, con la figura del interventor?

Voy a explicar una cuestión muy brevemente para interpretar lo de Villa Constitución. La UOM (su poder), históricamente, se componía por una alianza de la Seccional Capital, la Seccional Avellaneda y la Seccional Rosario. Ese trípode era el que, desde la época de Vandor, era el corazón de la UOM. Y después teníamos San Nicolás, donde estaba la principal empresa metalúrgica representada por la UOM que era SOMISA y Villa Constitución metida en el medio, porque Villa Constitución era una Seccional importante, tenía cerca de 8.000 obreros.

Yo recuerdo que en aquella época se recaudaba de cuota sindical y obra social 100.000.000 de pesos. Y venían a la Seccional 2.000.000 por mes, o sea el 98% de la recaudación de la Seccional se lo quedaba el Secretario Nacional. Eso se reflejaba en una malísima atención de salud, la obra social no existía, el ninguneo permanente a los cuerpos orgánicos. Cuando elegían autoridades, duraban dos años y lo intervenían nuevamente. Había muy mala onda con el interventor. Además, mucho macartismo, en realidad de los siete compañeros que habían elegido en la comisión interna no había ninguno que tenía militancias partidarias de izquierda, simplemente había habido como tres o cuatro años antes, una comisión interna que había derrotado en un paro que se había quebrado donde había un militante de vanguardia comunista, y a través de esos compañeros, la vanguardia y todo el movimiento, se conoció lo que estaba pasando. Pero inmediatamente donde aparecieron los reclamos, aparecieron los zurdos, aparecía el estigma y aparecía la persecución. O sea que era muy mala la relación. Y no te cuento después de que metieron presos a los compañeros. Ahí estaba el sindicato en una casona vieja que está detrás de la villa y al lado había un edificio en construcción que lo terminaron veinte años después. En ese edificio en construcción, uno pasaba y veía toda la colección de armas que se te ocurra, FAL, ametralladoras, pistolas… toda gente desconocida de Villa, que los habían llevado de Buenos Aires, o sea que estaba el sindicato custodiado por estos tipos. Y llegó uno de Buenos Aires, quería hacer un Congreso de delegados para normalizar la Seccional dejando a los dirigentes en la cárcel. Entonces ¿qué hacía? Salía con los autos de propaganda, ¿vieron cómo en “no habrá más penas ni olvido”? que salen con los parlantes dando vuelta por el pueblo convocando a un Congreso de delegados para exterminar la subversión de la víbora roja del Paraná. Entonces evidentemente no había absolutamente ningún contacto, después de veinte días más o menos, luego de que eso no le diera resultado, se lo llevan y mandan a Norberto Campos que era un dirigente sindical acá del Secretariado, y él lo va a visitar a Piccinini y a los compañeros en la cárcel, les promete que el día que salgan en libertad les va a devolver el sindicato e intenta algún acercamiento porque evidentemente, en el desarrollo del conflicto con el comité de lucha no tuvieron ninguna reunión. Nosotros logramos en aquel momento, una audiencia en un estudio privado con Sylvestre Begnis, el gobernador de la provincia y Rosúa que era el Ministro de Gobierno en aquel momento, que no bancaban la política de López Rega. O sea, Santa Fe fue una de las últimas provincias donde comenzó a operar formalmente la Triple A, más allá de que hubo algunos casos aislados, pero formalmente así la Triple A, que mataba uno o dos compañeros por día, en Santa Fe no sucedía.

Entonces esto nos permitió generar el marco de legalidad en el cual se pudo sostener aquella huelga. En mitad del conflicto el ERP toma el 121 ahí cerca de Rosario, así que en ese momento sale el Ejército a la calle y las condiciones se iban empeorando cada vez más. Pero por el lado de la UOM no hubo ninguna puerta abierta y por el lado de Acindar menos. Acindar buscaba el final que tuvo el conflicto, el descabezamiento, la revancha, la represión, y siguió de largo hasta prácticamente el final de la dictadura.

Cátedra de Historia del Movimiento Obrero Nacional e Internacional

Carrera de Relaciones del Trabajo, Facultad de Ciencias Sociales (UBA)

29 de octubre de 2014

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